sábado, 29 de marzo de 2008

En expansión

Así están mis carnes... en ininterrumpida expansión. Poco a poco comienzo a mirar como anoréxicas a las Venus de Boticcelli y como Misses de concurso a las gordas de Botero... ¡me lleva! Y es que si no fuera porque me gusta tanto comer, y me gusta también tanto cocinar, no estaría pensando en comida y/o recetas todo el tiempo.  Pues bien, aprovechando que es la primera Semana Santa desde que tengo memoria que me quedo en el D.F., fui a comprar pescado a la Viga. Ja! Eso estuvo como dicen que está la Villa en un 12 de diciembre, el Zócalo en un concierto de Café Tacuba o el Azteca en un América-Chivas. Chale. Y a mí se me ocurrió ir. Increíble. Espeluznante. Alucinógeno. Delírico. Lujurioso. Caótico. No podía dejar de decir "mira ésto! ya viste aquello? te fijaste en....?". Dos horas de auténtico miedo, lujuria, gula, pasión, envidia, codicia y violencia. Terminé comprando camarones gigantes, jaibas, mejillones, lenguados, pámapnos, sierras y marlins. Todo por casi mil pesos. Lo preparé el Viernes Santo, en asador de carbón, en el jardín de casa de mi hermano. Entre chelas, hamacas de henequén y un sol radiante, hice una de mis mejores comilonas. Mejoré mi calificación como chef. Mi madre por fin se animó a decir que cocino bien. Fue una orgía de comida. Y yo, quiero volver a ir a la Viga.