
… como
Cacho de Pan, con esa sensibilidad, esa pasión por la vida, esa prosa y esa capacidad de crítica.
… como
Idea, con esa claridad mental, ese espíritu combativo y ese idealismo.
… como
Luc, con una mente tan rápida, tan inquisitiva y tan llena de ideas.
… como
Odette, con ese talento y esa capacidad de asombro.
… como
Walter, con ese apasionamiento, esa capacidad de reacción rápida y ese humor tan negro.
… como
Fede, con su mente compleja, sus ideas grandiosas y su sarcasmo.
… como
Ricardo °Arbol, con su prosa y su poesía tan jóvenes, tan nuestras, tan poco pulidas, tan intensas que duelen.
… como
Daniel, tan atinado, tan intenso y tan tortuoso, con un humor tan fino.
… como el
Detective, que sabe gozar la vida y comunicar su apasionamiento por las cosas bellas y deliciosas como nadie.
Pero no soy ellos, soy yo y siento que no puedo salir del precipicio al que caí. Mi mente está paralizada, mis pensamientos sólo giran en torno a la crisis, no mundial, sino la mía propia que lleva ya unos buenos meses. He cambiado, los eventos del último año me han cambiado, ¡y no me gusta mi nuevo yo! Extraño mi desfachatez, mi inconsciencia, mi vagancia, mis excesos en el comer y el beber, mis carcajadas, mis pesadillas… me extraño a mí.